El niño estaba sentado en su isla.
Miraba el mundo y reflexionaba.
Vio las guerras.
Miraba el mundo y reflexionaba.
Vio las guerras.
Y se dijo que habría que pintar de colores
los uniformes de los soldados,
y de sus cañones y fusiles
hacer ramas para los pájaros
y flautas para los pastores.
El niño vio el hambre.
Y se dijo que habría que atrapar las nubes
con un lazo y hacerlas llover sobre los desiertos.
Y habría que llenar los cauces de los ríos
de agua y de leche.
El niño vio la miseria.
Y se dijo que habría que aprender a sumar,
a restar y multiplicar y después a dividir.
Habría que aprender a compartir el dinero,
el pan, el aire y la tierra...
...El niño vio el mar
y se dijo que habría que limpiarlo.
Y después sentarse frente a él, sólo para soñar.
El niño vio los bosques.
Y se dijo que sería bueno pasear, aventurarse en ellos
y escribir historias en las que perderse
y después tumbarse sobre la hierba a escucharlas.
El niño vio las lágrimas.
Y se dijo que habría que aprender a abrazarse,
a no tener miedo de los besos.
Habría que aprender a decir te quiero,
aún sin haberlo escuchado jamás.
El niño levantó la cabeza.
Vio la luna, con una bandera plantada en su frente.
Y se dijo que habría que arrancársela
y después pedirle perdón.
El niño miró el mundo
por última vez desde su isla.
Y entonces, decidió nacer.
FELIZ CUMPLEAÑOS!
Un nuevo calendario con alma, un ALMAnaque.
Un año que nace con buenos deseos.
Porque todos somos ese niño.
María G. Carballo
Gracias Thierry Lenain y Madame Vaudeville por su valioso aporte.