Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, en lejanas tierras de Europa Oriental un hombre muy poderoso llamado Miroslav Grudzinski, quien había llegado a su madurez sin haber contraído matrimonio. Lo cierto es que ya estaba llegando a los cincuenta años y le costaba dejar los deleites de la libertad y la buena vida, pero le preocupaba que su fortuna se diluyera al no dejar descendencia.
Después de mucho reflexionar consultó a sus administradores, a su astrólogo y a su pitonisa, quienes no tardaron en encontrarle la que parecía la esposa ideal, Irina Kusanovic. La elegida tenía poco más de veinte años, bella, delicada y culta. La pareja sintió una gran atracción mutua y el matrimonio se celebró casi inmediatamente con las pompas y circunstancias que el protocolo requería.
Pasado el entusiasmo inicial, con la rutina de la vida matrimonial y su bella esposa dedicada al cuidado de su primogénito recién nacido, Miroslav volvió a las andadas de soltero. Sus ausencias y retardos provocaban largas riñas matrimoniales de las que el hombre salía airoso a costa de nuevas promesas y fastuosos regalos, entre ellos la construcción de un pabellón especial para la joven esposa, quien argumentó la necesidad de un lugar totalmente privado, donde poder descansar en completa soledad de las exigencias familiares y sociales.
Pero las salidas y las eternas discusiones siguieron repitiéndose. Con el afán de retener a su esposo en casa, la mujer hizo traer desde Flandes a un afamado pintor ante quien la novel familia posó por horas, y luego cada uno por separado, a fin de obtener sus retratos para la flamante galería familiar. Una vez terminado su retrato, el esposo se desentendió del resto y volvió a sus ocupaciones.
La desdichada esposa solía encerrarse por horas en su reducto privado, un sitio en el rincón más alejado del jardín del que solamente ella tenía la llave. Claro que como sucede con toda persona infiel, las escapadas de su esposa al pabellón privado comenzaron a despertarle celos y sospechas al astuto Miroslav. El hombre se mostró cada vez más inquieto por las actividades de su mujer, a quien comenzó a acechar y vigilar. Para colmo, uno de los sirvientes que le servia de espía le dijo que había escuchado a Irina hablando en voz alta, a veces discutiendo con alguien, otras reclamando entre sollozos. Aquello sacó de quicio a Miroslav Grudzinski, quien tras imaginar toda clase de aventuras extramatrimoniales, redobló la guardia a su mujer. Luego de fingir una salida, cuando Irina se encontraba en su refugio privado, Miroslav volvió sigiloso, y pegó la oreja a la puerta.
Paralizado de ira, escuchó como su joven esposa decía algo entre sollozos, el enojo de Irina era evidente pero las palabras no eran muy claras. Al escuchar una risa entrecortada y el chasquido de un beso, ciego de celos, el marido despechado, comenzó a patear la puerta del pabellón, gritando todo tipo de insultos y amenazas. Los murmullos cesaron inmediatamente. Tras un breve silencio, la mujer apareció cerrando la puerta a sus espaldas, y colgándose la llave del cuello.
- ¡Me deshonras!- gritó el marido. ¿Con quién estas? ¿Cómo entró?
- Más deshonra es la mía. Tú sales fuera a verte con tus amantes mientras yo no cruzo estos muros. ¿Qué es lo que imaginas?
- Quiero la llave o entraré por la fuerza – dijo el hombre. Aquel inequívoco recuerdo del sonido de un beso, lo enfurecía cada vez más.
- No hace falta que uses ni tu fuerza ni tu astucia para vigilarme, puedo darte la llave, todo lo que tengo, sacando nuestro hijo, esta ahí dentro.
Irina Kusanovic le entregó la llave y se alejó llorando hacia la casa. Miroslav Grudzinski, sacó su espada y abrió la puerta. En la habitación no había más que un viejo sillón, algunos libros y unas flores frescas bajo un icono bizantino. Su mirada desesperada se topó con la de su rival. En la pared del fondo, mirándolo en silencio: Él mismo en su propio retrato.
María Giacobone Carballo
Adaptación libre del cuento “El Pabellón Secreto” de Abel Pohulanik.
martes, 25 de agosto de 2009
Cazador cazado.
Publicado por María Carballo en 11:43
martes, 25 de agosto de 2009
Cazador cazado.
Después de mucho reflexionar consultó a sus administradores, a su astrólogo y a su pitonisa, quienes no tardaron en encontrarle la que parecía la esposa ideal, Irina Kusanovic. La elegida tenía poco más de veinte años, bella, delicada y culta. La pareja sintió una gran atracción mutua y el matrimonio se celebró casi inmediatamente con las pompas y circunstancias que el protocolo requería.
Pasado el entusiasmo inicial, con la rutina de la vida matrimonial y su bella esposa dedicada al cuidado de su primogénito recién nacido, Miroslav volvió a las andadas de soltero. Sus ausencias y retardos provocaban largas riñas matrimoniales de las que el hombre salía airoso a costa de nuevas promesas y fastuosos regalos, entre ellos la construcción de un pabellón especial para la joven esposa, quien argumentó la necesidad de un lugar totalmente privado, donde poder descansar en completa soledad de las exigencias familiares y sociales.
Pero las salidas y las eternas discusiones siguieron repitiéndose. Con el afán de retener a su esposo en casa, la mujer hizo traer desde Flandes a un afamado pintor ante quien la novel familia posó por horas, y luego cada uno por separado, a fin de obtener sus retratos para la flamante galería familiar. Una vez terminado su retrato, el esposo se desentendió del resto y volvió a sus ocupaciones.
La desdichada esposa solía encerrarse por horas en su reducto privado, un sitio en el rincón más alejado del jardín del que solamente ella tenía la llave. Claro que como sucede con toda persona infiel, las escapadas de su esposa al pabellón privado comenzaron a despertarle celos y sospechas al astuto Miroslav. El hombre se mostró cada vez más inquieto por las actividades de su mujer, a quien comenzó a acechar y vigilar. Para colmo, uno de los sirvientes que le servia de espía le dijo que había escuchado a Irina hablando en voz alta, a veces discutiendo con alguien, otras reclamando entre sollozos. Aquello sacó de quicio a Miroslav Grudzinski, quien tras imaginar toda clase de aventuras extramatrimoniales, redobló la guardia a su mujer. Luego de fingir una salida, cuando Irina se encontraba en su refugio privado, Miroslav volvió sigiloso, y pegó la oreja a la puerta.
Paralizado de ira, escuchó como su joven esposa decía algo entre sollozos, el enojo de Irina era evidente pero las palabras no eran muy claras. Al escuchar una risa entrecortada y el chasquido de un beso, ciego de celos, el marido despechado, comenzó a patear la puerta del pabellón, gritando todo tipo de insultos y amenazas. Los murmullos cesaron inmediatamente. Tras un breve silencio, la mujer apareció cerrando la puerta a sus espaldas, y colgándose la llave del cuello.
- ¡Me deshonras!- gritó el marido. ¿Con quién estas? ¿Cómo entró?
- Más deshonra es la mía. Tú sales fuera a verte con tus amantes mientras yo no cruzo estos muros. ¿Qué es lo que imaginas?
- Quiero la llave o entraré por la fuerza – dijo el hombre. Aquel inequívoco recuerdo del sonido de un beso, lo enfurecía cada vez más.
- No hace falta que uses ni tu fuerza ni tu astucia para vigilarme, puedo darte la llave, todo lo que tengo, sacando nuestro hijo, esta ahí dentro.
Irina Kusanovic le entregó la llave y se alejó llorando hacia la casa. Miroslav Grudzinski, sacó su espada y abrió la puerta. En la habitación no había más que un viejo sillón, algunos libros y unas flores frescas bajo un icono bizantino. Su mirada desesperada se topó con la de su rival. En la pared del fondo, mirándolo en silencio: Él mismo en su propio retrato.
María Giacobone Carballo
Adaptación libre del cuento “El Pabellón Secreto” de Abel Pohulanik.
13 comentarios:
- Nieves M dijo...
-
Fantástico! Maravilloso cuento. Me encantó el final y como el hombre se dio cuenta que el mismo había sido su peor enemigo. Gracias por estas historias tan bellas que siempre nos dejan una enseñanza :)
Besos,
Nieves - 25 de agosto de 2009, 12:11
- Unknown dijo...
-
Es verdad, uno juzga a los demas de acuerdo a lo que uno es capaz de hacer... sin mas ni menos..
Muy bueno.. un beso!!
Karyvan. - 25 de agosto de 2009, 12:12
- Laura Gimena dijo...
-
Te felicito., me encantó el relato
porque me sacó por un ratito de la rutina diaria....
Y con respecto a la historia., mi comentario es:
Los hombres nunca maduran., tengan 80, 50 , 30 o 15 años., siempre son bebes de mamá nodriza., aunque nos quieran hacer creer lo contrario., por lo tanto obran en consecuencia desde el principio de los tiempos., y la mujer es la que se encarga de seguir adelante con el cuidado de los hijos, de la casa y de las circunstancias adversas, desepcionantes, desgastantes y además se las ingenia como puede., para curar su lastimado corazón engañado!
Cariños!!
Laura Gimena - 25 de agosto de 2009, 12:52
- patricia dijo...
-
y si, el tramposo siempre va a tener la mente retorcida, para ellos/as no existe la lealtad y el respeto en la pareja, Pero con respecto al hombre, son asi por culpa nuestra, las mujeres, lo malcriamos siendo madres, y seguimos atendiendolo siendo sus mujeres!! hay que hacer mea culpa, dejamos todo por ellos, hasta la manera de vestirnos aveces!!...
- 25 de agosto de 2009, 14:08
- Emma dijo...
-
Es hermoso el relato. No se como seran los hombres porque mi novia es mujer, pero la infidelidad, desconfianza y celos enfermizos son comunes en ambos sexos. Me siento identificada en parte por la jóven de veinte años.
- 25 de agosto de 2009, 17:14
- María Carballo dijo...
-
Gracias Nieves Eternas :)
Yo también disfruté armando el final!
Besos,
María - 25 de agosto de 2009, 19:13
- María Carballo dijo...
-
Hola Karyvan!
Uno juzga a los demás usando su propia vara y vemos la realidad filtrada por nuestros propios lentes, por lo general dsitorsionados!
Besos,
María - 25 de agosto de 2009, 19:16
- María Carballo dijo...
-
Hola Laura Gimena!
La mujer es el corazón de la casa y el tono que ella ponga en su vida va a ser el que vivirá la familia. Es un gran desafío pero los resultados son muy reconfortantes. La vida esta para aprender, para ser feliz y para disfrutar, y la familia si se aprende como, es un ambito maravilloso para ello. Nadie esta condenado a la esclavitud ni a la infelicidad...tenemos el compañero que elegimos:)
Besote!
María - 25 de agosto de 2009, 19:19
- María Carballo dijo...
-
Hola Patricia!
Tambien te digo lo que le dije a Laura. Nadie esta condenado a la esclavitud. Somos lo que permitimos convertirnos. Somos nuestra propia creación. Como lo es la apreja y nuestra vida familiar.
Besote,
María - 25 de agosto de 2009, 19:21
- María Carballo dijo...
-
Hola Emma! No hay diferencia de sexos ni de tipo de parejas para los sentimientos!
Gracias por compartir tu opinion.
Besos,
María - 25 de agosto de 2009, 19:23
- Paquita Pedros dijo...
-
Hola cielo me gusto muchisimo tu cuento es una maravilla leerlo
un beso - 26 de agosto de 2009, 3:36
- Noelì dijo...
-
Me encanto el relato...
Se ve claramente como las dudas hacen que los celos se apoderen de uno, volviendose nuestro peor enemigo.
Besos. - 1 de septiembre de 2009, 5:31
- eluuu dijo...
-
¡Hay me encanto! Yo escribo un poco, unos cuentos policiales o fantasticos.
Sigan asi, besitos. - 24 de septiembre de 2009, 17:37
13 comentarios:
Fantástico! Maravilloso cuento. Me encantó el final y como el hombre se dio cuenta que el mismo había sido su peor enemigo. Gracias por estas historias tan bellas que siempre nos dejan una enseñanza :)
Besos,
Nieves
Es verdad, uno juzga a los demas de acuerdo a lo que uno es capaz de hacer... sin mas ni menos..
Muy bueno.. un beso!!
Karyvan.
Te felicito., me encantó el relato
porque me sacó por un ratito de la rutina diaria....
Y con respecto a la historia., mi comentario es:
Los hombres nunca maduran., tengan 80, 50 , 30 o 15 años., siempre son bebes de mamá nodriza., aunque nos quieran hacer creer lo contrario., por lo tanto obran en consecuencia desde el principio de los tiempos., y la mujer es la que se encarga de seguir adelante con el cuidado de los hijos, de la casa y de las circunstancias adversas, desepcionantes, desgastantes y además se las ingenia como puede., para curar su lastimado corazón engañado!
Cariños!!
Laura Gimena
y si, el tramposo siempre va a tener la mente retorcida, para ellos/as no existe la lealtad y el respeto en la pareja, Pero con respecto al hombre, son asi por culpa nuestra, las mujeres, lo malcriamos siendo madres, y seguimos atendiendolo siendo sus mujeres!! hay que hacer mea culpa, dejamos todo por ellos, hasta la manera de vestirnos aveces!!...
Es hermoso el relato. No se como seran los hombres porque mi novia es mujer, pero la infidelidad, desconfianza y celos enfermizos son comunes en ambos sexos. Me siento identificada en parte por la jóven de veinte años.
Gracias Nieves Eternas :)
Yo también disfruté armando el final!
Besos,
María
Hola Karyvan!
Uno juzga a los demás usando su propia vara y vemos la realidad filtrada por nuestros propios lentes, por lo general dsitorsionados!
Besos,
María
Hola Laura Gimena!
La mujer es el corazón de la casa y el tono que ella ponga en su vida va a ser el que vivirá la familia. Es un gran desafío pero los resultados son muy reconfortantes. La vida esta para aprender, para ser feliz y para disfrutar, y la familia si se aprende como, es un ambito maravilloso para ello. Nadie esta condenado a la esclavitud ni a la infelicidad...tenemos el compañero que elegimos:)
Besote!
María
Hola Patricia!
Tambien te digo lo que le dije a Laura. Nadie esta condenado a la esclavitud. Somos lo que permitimos convertirnos. Somos nuestra propia creación. Como lo es la apreja y nuestra vida familiar.
Besote,
María
Hola Emma! No hay diferencia de sexos ni de tipo de parejas para los sentimientos!
Gracias por compartir tu opinion.
Besos,
María
Hola cielo me gusto muchisimo tu cuento es una maravilla leerlo
un beso
Me encanto el relato...
Se ve claramente como las dudas hacen que los celos se apoderen de uno, volviendose nuestro peor enemigo.
Besos.
¡Hay me encanto! Yo escribo un poco, unos cuentos policiales o fantasticos.
Sigan asi, besitos.
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